viernes, 18 de abril de 2008

Texto 4 de ATI - Pablo

Golpe de suerte

Juan tiene 32 años, vive en un pueblecito de Cáceres y tiene una vida muy normal. Se levanta todos los días temprano y se va a trabajar a una oficina sobre telefonía. Su trabajo es muy repetitivo, por lo que le cansa mucho, pero se conforma con ello. Tiene algunos compañeros en el trabajo con quienes sale de vez en cuando a tomarse algo, no tiene pareja, y vive solo. De vez en cuando va a visitar a sus padres y a su hermana que viven en un pueblo cercano.

Un día, estando en su casa después de hacer cenado una sopa de sobre y unas salchichas con tomate, Juan vio uno de esos anuncios de televisión que mandas un mensaje y te dan un premio si te toca. Decidió mandarlo, porque estaba aburrido, y le dio la suerte de que le tocó el viaje a Mallorca para dos personas durante una semana.

Lo primero que pensó es que le venía muy mal, porque durante esos días él tenía que trabajar y le daba mucha pereza tener que pedir un permiso. En otra ocasión su madre se puso mala y tuvo que pedirlo, teniendo que rellenar muchas instancias y hablando con diversos superiores que resultó muy agobiante.

Después de estar un rato lamentándose de todo lo que iba a tener que pasar, llegó el segundo dilema. Con quién se iba a ir al viaje. Pensó que quizá su hermana estaría dispuesta, pero en seguida se dio cuenta que tendría que cuidar de su bebé y no podría permitirse el viaje. Luego imaginó que se lo ofrecería a algún compañero de trabajo, aunque no tenía demasiada confianza con ninguno. Estuvo mucho rato dándole vueltas, pero no logró encontrar a nadie adecuado que le acompañase.

Pronto empezó a pensar en el posible viaje. En el mensaje que había recibido con el premio, vio que sólo le pagaban el viaje y la estancia. Eso significaba que tendría que pagarse su comida, las excursiones que tendría que hacer, la maleta para el viaje, cámara de fotos, bañador… y de nuevo se agobió, esta vez porque veía que no iba a tener suficiente dinero.

Entonces, cuando vio que estaba tan molesto por haber ganado el premio, cogió el móvil y eliminó el mensaje que le habían mandado con el premio. Fingiría que no le habría llegado. Esa noche, Juan durmió tranquilo y aliviado.

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